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domingo, 2 de septiembre de 2012

sweet home alabama

AL MAR

Dicen que cada nueva mañana nos trae mil rosas; si, pero
¿Dónde están los pétalos de la rosa de ayer?



Mis amigas y yo hemos llegado a la conclusión de que los chicos pueden resultar estúpidos la mayoría de las veces.
No se enteran de que nos gusta que nos hagan reír, y no llorar. Que no somos tan romanticonas como piensan, que también sabemos ir de flor en flor. Y que no nos pillamos del primer tío que pasa. Que nos puede gustar el fútbol y las peleas, al igual que a ellos, o no.  Que para gustos hay colores. No nos gusta que nos insistan, o sí, pero con un poco ingenio. (tgdt) Y que por ser míticos, no nos tienen porque gustar a todas todos los míticos o épicos. (Otra vez, para gustos hay los colores.) No hace falta que nos vengan con regalitos, o esas miradas que ellos toman por irresistibles. Que somos más sencillas de lo que creen, aunque nos gusta hacernos las difíciles y duras. Eso sí, no caemos dos veces en la misma piedra, aunque a veces haga falta la tercera para darnos cuenta. Siempre creemos que somos más listas que ellos, por eso tienen que seguir haciendo el imbécil, para que nuestra autoestima siga en su sitio. 
Sin embargo somos tan coherentes con lo que decimos y pensamos, que hemos decidido hacer un casting para encontrar chico. (ja ja ja) PATÉTICO. 

Es extraño: ¿por qué, conforme crecemos, a los hombres nos avergüenza más y más mostrar nuestros sentimientos? Porque somos idiotas, supongo.

LAS LÁGRIMAS DE SHIVA Reconocimiento propio de un hombre.

La chica de ayer.
4 de agosto


domingo, 29 de julio de 2012

Marina, te llevaste todas las respuestas contigo...

Mi amigo Oscar es uno de esos príncipes sin reino que corren por ahí esperando que los beses para transformarse en sapo. Lo entiende todo al revés y por eso me gusta tanto. La gente que piensa que lo entiende todo a derechas hace las cosas a izquierdas, y eso, viniendo de una zurda, lo dice todo.
Me mira y se cree que no le veo. Imagina que me evaporaré si me toca y que, si no lo hace, se va a evaporar él. Me tiene en un pedestal tan alto que no sabe cómo subirse. Piensa que mis labios son la puerta del paraíso, pero no sabe que están envenenados. Yo soy tan cobarde que, por no perderle, no se lo digo. Finjo que no le veo y que sí, que me voy a evaporar…
Mi amigo Oscar es uno de esos príncipes que harían bien manteniéndose alejados de los cuentos y de las princesas que los habitan. No sabe que es el príncipe azul quien tiene que besar a la bella durmiente para que despierte de su sueño eterno, pero eso es porque Oscar ignora que todos los cuentos son mentiras, aunque no todas las mentiras son cuentos. Los príncipes no son azules y las durmientes, aunque sean bellas, nunca despiertan de su sueño.
Es el mejor amigo que nunca he tenido y, si algún día me tropiezo con Merlín, le daré las gracias por haberlo cruzado en mi camino.