dèjá vú:
tu y yo ya nos hemos olvidado antes.
Pero siempre terminamos conociendonos de nuevo.
Allí el futuro carecia de importancia y el pasado sólo contenia una lección: que el amor era un error dañino, y su cómplice, la esperanza, una ilusión traicionera. Y siempre que esas dos venenosas flores gemelas empezaban a brotar en la cuarteada tierra de su campo, Mariam las arrancaba de raíz. Las arrancaba y las aniquilaba antes de que pudieran crecer.
quieto parao, no te arrimes, ya son demasiados abriles, para tu amanecer desbocao,
mejor que me olvides.
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