Todo lo que no aprendí, nunca se me ha olvidado.
La casa permanece sola, vacía, toda callada, sumergida en un silencio que trae paz al alma. Se escuchan los susurros de las cañerías que llevan agua, una mosca que zumba molestando por todas las esquinas. Una silla vacía, y el silbido de un muchacho en la cocina. Una canción que relaja. Cierras los ojos y buscas paz...
Ya está, ahora eres libre, como cuando un pájaro deja el nido, en busca de algo mejor. Esperando a que haya algo fuera, con esperanza.
El asiento vacio de M.J.
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